La alteración de nuestros hábitos debido a la cuarentena puede causar problemas con la alimentación. El doctor Sebastián Soneira, psiquiatra de Trastornos Alimentarios y Psiquiatría Nutricional de Fleni, explica por qué es importante prestar atención a las emociones a la hora de comer.

Los estados de tensión y estrés crónico suelen conllevar cambios alimentarios. Por lo general, las personas que los atraviesan se vuelcan a alimentos con un alto contenido de azúcar, sodio y grasa, tienden al “picoteo” y pueden presentar fenómenos de compulsividad, como los atracones. Todos estos factores forman parte de lo que los especialistas llaman el “comer emocional”, un fenómeno al que hay que estar especialmente atentos durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus.

El comer emocional, una puerta a los trastornos de la alimentación

El comer emocional se ha vuelto más frecuente durante la cuarentena. “El comer emocional se diferencia del hambre real. Es la sensación de que querés comer algo, aunque hayas almorzado hace apenas una hora. Ese comer emocional es el primer paso hacia el resto de las conductas compulsivas”, advierte el doctor Sebastián Soneira, psiquiatra de Trastornos Alimentarios y Psiquiatría Nutricional de Fleni.

“Empezás a perder el control al comer: en vez de cinco papas fritas, te comés el paquete entero. Luego viene el atracón, que es ingerir una cantidad de alimentos mayor a la que ingerís normalmente en poco tiempo”, explica. “Si te comés cuatro facturas a lo largo de dos horas tomando mate, no es atracón. Pero si te comés las cuatro en diez minutos, con la sensación de que no podés parar, te estás dando un atracón”, completa.

Cronotipo matutino versus vespertino

Las personas están regidas por ritmos circadianos. Los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad (dormir de noche y estar despierto de día, por ejemplo). Si bien los humanos son animales diurnos, hay personas con un cronotipo más matutino, que “funcionan” mejor por la mañana, y otras con un cronotipo vespertino, que rinden mejor por la tarde-noche.

“Esos cronotipos, que dependen de nuestra edad y de nuestra genética, se van calibrando con factores como el día y la luz, por ejemplo. Sin embargo, uno de nuestros reguladores más importantes son nuestros hábitos. Cuando estás despierto te movés más, porque salís de casa, vas a trabajar, cambia tu entorno y eso te obliga a ‘encenderte’, a rendir más”, explica el doctor Soneira.

A la noche sucede lo inverso: a medida que oscurece, las personas regresan a sus hogares y entran en un ritmo de menor movimiento. “Ese cambio en la actividad física es un regulador que se perdió en la cuarentena. Estamos en un mayor estado de quietud, nos movemos menos, hay un contraste menos marcado entre actividad y no actividad, estamos todo el día a media máquina”, ejemplifica.

La importancia de comer de forma ordenada

Esto hace que las personas alteren su ritmo: como no deben desplazarse hasta el trabajo se levantan más tarde, pero también se duermen más tarde a la noche. Este tiempo más fluido lleva a “picotear” más o comer algo de madrugada, antes de dormir, alterando el patrón de las comidas.  “Lo que comemos durante el día también nos regula: nos dice que es de mañana o de noche. Cuando se pierde ese ritmo, empiezan los problemas con la comida”, explica.

Por eso es importante tratar de hacer las cuatro comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena), con intervalos en medio, para garantizar un orden alimentario. “Hay pacientes que se levantan a las doce del mediodía, hacen un almuerzo-merienda a las tres de la tarde y cenan a las once. Metabólicamente, esto es muy diferente. Los patrones de ingesta más grande y con poca frecuencia están directamente relacionados con el aumento de peso”, señala.

Mayor malestar para los pacientes con trastornos alimentarios

Para las personas que ya sufren de trastornos alimentarios como bulimia o anorexia, la cuarentena representa un empeoramiento de su malestar.  “Son pacientes que están obsesionados con la comida y engancharse con otras actividades durante el día les permite una distracción”, afirma el doctor Soneira, quien trata en Fleni a pacientes con trastornos como bulimia o anorexia. “Al estar solos y sin capacidad de hacer las cosas que les calmaban esos pensamientos, como ir al gimnasio o a trabajar, la obsesividad se sale de control”, agrega.

Por otro lado, en el caso de los pacientes adolescentes o jóvenes, la cuarentena les impide escapar del control familiar. Encerrados todo el día en casa con sus familiares, les resulta más difícil mentir respecto a sus comidas o vomitar a escondidas. “Para el paciente significa un aumento descomunal de la presión. Pero a su vez desnuda más rápidamente un problema que el paciente intentaba negar. Eso es beneficioso para el tratamiento”, completó.

*Hoy 2 de junio, se conmemora el Día Mundial de la Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria.