De New Orleans, Lousiana, el lugar de su nacimiento, a su estancia Ranquilco en la cordillera patagónica donde se estableció, Virginia Neary Carrithers ha recorrido un largo y difícil camino en el que naturaleza, arte, caballos y enfermedad se cruzan. Un accidente dejó a su hermano cuadripléjico a los 23 años; su padre, neurólogo, quien hizo su residencia en la Clínica Mayo y fue profesor de la Universidad de Tulane, se suicidó; su madre sufrió este hecho y Virginia, en sus palabras, nunca paró. Y a los 27 años, contrajo esclerosis múltiple. “Todo está conectado con el estrés. Ir, ir, ir, y nunca parar es lo que me enfermó”. Pudo mejorar, llegó a subir montañas y jugar polo, pero siempre luchando: entre 1976 y 1997, ella tuvo nueve episodios de Esta enfermedad. Virginia no es la clase de personas que bajan los brazos. Fue transformando el lamento en acción. En los Estados Unidos se convirtió en un personaje público en lucha contra esta enfermedad. Unió sus pasiones, la pintura y los caballos, en pos de una causa. Creó un evento que recaudaría fondos para la MS Society llamado “The race against MS” (la carrera contra la Esclerosis Múltiple). Recorrió su país buscando fondos. Sus pinturas fueron subastadas con este fin. Su actividad fue reflejada en periódicos como The New York Times y le otorgaron un premio por sus logros. En 1986 se mudó a la Argentina. En 2003 lanzó una fundación, Creativity Heals. Ella sostiene que el arte cura, y lo lleva a la práctica con las pinturas que hizo durante su estadía en FLENI Escobar, donde fue atendida por su enfermedad y por una fractura en la columna que tuvo a causa de ella. Por la esclerosis múltiple fue internada numerosas veces, tanto en los Estados Unidos como en la Argentina. Opina que el tratamiento es mejor en nuestro país. “Los doctores están más estresados en los Estados Unidos; no tienen tiempo. Aquí es más humano; se preocupan más”.