El 19 de octubre de 1997, Alexis Padovani jugó un partido de rugby a beneficio de la Fundación Rugby Amistad, asociación civil sin fines de lucro que brinda asistencia a jugadores lesionados gravemente durante la práctica de ese deporte. Un combinado de jugadores del CASI y del SIC había decidido darle una mano a la asociación. Su vida cambió ese día: “Tuve un error de entrada en el scrum, entré mal y me lesioné la sexta vértebra cervical, sobre la séptima”. Al caer, se dio cuenta de que algo feo había pasado. No movía las piernas y esa misma noche dejó de mover los brazos. “Para la noche, ya estaba cuadripléjico”. Tenía 21 años.
Los siguientes cuarenta días los pasó internado. A los diez días le operaron la columna; a los cuarenta, lo trasladaron a FLENI. “Llegué con la idea de que iba a caminar, pero el médico me bajó las expectativas: me dijo que iba a ser completamente dependiente el resto de mi vida, que iba a necesitar que me llevaran y trajeran con la silla; era una lesión complicada”.
Alexis había jugado al rugby desde los seis años y estaba a punto de llegar a la primera división. Sólo había sufrido hasta entonces lesiones menores. El Club de Benefactores se encargó de costear su rehabilitación. “Agradezco que me hayan bajado las expectativas porque empecé a trabajar en el corto plazo " recuerda ahora. "¿Me aparecía el esbozo de un movimiento en bíceps? Trabajaba eso. ¿Movía algo los dedos? Iba entonces a ejercitar lo funcional”. En FLENI estuvo internado tres meses; luego pasó al Hospital de Día. Su rehabilitación duró alrededor de dos años.
En febrero de 1999 se sintió confiado como para ir a vivir a Bariloche. “Me fui por quince días y me quedé dos años. Cuando llegué a Bariloche no era independiente. Puse un bar sobre el lago, un parador tipo balneario, hacía esquí adaptado y me dediqué a rehabilitar. Iba al gimnasio y seguía trabajando lo funcional. Regresé a Buenos Aires en octubre de 2000”. Al cabo de unos tres años “y un poco más” alcanzó lo que más buscaba, la independencia. El camino para conseguirla no fue fácil de recorrer. “Al principio estuve cuadripléjico, luego con el correr del tiempo empezaron a aparecer cositas que fui trabajando. A los dos años y poquito dejé de recuperar cosas y me dediqué a seguir progresando en lo funcional porque más no iba a recuperar. Lo que tenía que mejorar era el día a día, poder vestirme, cortar la comida, que no me tuvieran que llevar, situaciones que hacen a las actividades de la vida diaria, cosas que tuve que encarar desde cero. Por eso es importante bajar las expectativas, para apuntar a exprimir al máximo lo que fuera apareciendo. Ese era el logro”. Alexis menciona la dificultad de comunicar a otros su nueva realidad. “Después de los médicos, la primera persona que se dio cuenta de que no iba a caminar fui yo, y es muy difícil trasladarle eso al entorno. Decirles: ‘miren, no voy a recuperar las piernas’. Podía ser interpretado como que estaba bajando los brazos”.
Ya en Buenos Aires, trabajó en la Comisión Nacional de Discapacidad hasta la gran crisis de 2001. Luego, en abril de 2003 comenzó a hacerlo en FLENI. “Estuve seis, siete meses en administración, pero colapsé, no era lo mío, y entonces presenté el proyecto de lo que hoy hago acá”, señala en la sede Escobar. ¿Cuál era el proyecto? “Trabajar con pacientes las estrategias de manejo de una silla y entrenamiento aeróbico. En pediatría, trabajo en la superación de barreras, como bajar y subir cordones, lo que sería lo funcional sobre la silla; y en el entrenamiento aeróbico trabajo sobre la resistencia”. El 1° de diciembre de 2003 inició su proyecto en Escobar. “Soy autodidacta. Ahora, de las personas que no son profesionales, en entrenamiento en silla creo ser de los que más saben. Los pacientes me consideran un terapista y los profesionales también. Me gusta esto, me interesa mucho, el tema me atrapa, la neurorrehabilitación me parece increíble, pero no es una cuenta pendiente ser profesional”. Su proyecto ahora es utilizado tanto en CR como en CETNA en los equipos de rehabilitación de lesionados medulares. No tiene ya cuentas pendientes. Entrena en la silla, lleva una vida organizada y que le gusta, canta en la banda de reggae Jama. “Hasta hace un par de años me consideraba un jugador de rugby lesionado, hoy la paso muy bien arriba del escenario. Finalmente, es algo que hice siempre, que nunca armé mi vida a los ojos de los demás. Llegué adonde llegué, y le podemos echar la culpa a mi tenacidad y a la rehabilitación en FLENI”.