El servicio de Psiquiatría, en colaboración con los departamentos de Neurociencias y Neurocirugía, dio el primer paso en Latinoamérica en el uso compasivo de avanzados procedimientos experimentales de tratamiento de patologías psiquiátricas refractarias al tratamiento con medicamentos. La estimlación cerebral profunda (DBS), una técnica neuroquirúrgica mínimamente invasiva que ha mostado resultados prometedores, fue utilizada con éxito en FLENI. Guillermo Lenschen puede dar cuenta de ello. Distintos golpes económicos habían jaqueado la psiquis de Lenschen. Al menos, es lo que él pensaba. Había probado distintos tratamientos con drogas, pero ninguno le producía una mejoría razonable. “Estaba flaco, la mirada perdida, como ido. Tenía muy escaso ímpetu. Me abandonaba por completo y estaba todo el día en la cama. Hasta que Dios, como le digo a Beatriz, mi señora, nos hizo llegar a FLENI”. En una primera etapa el Dr. Guinjoan indicó un tratamiento de terapia electroconvulsiva, que dio resultado de “muy poca magnitud”. Lenschen se enteró luego de la técnica DBS: “Supe que había dado buenos resultados en mal de Parkinson, y que en Estados Unidos y Canadá había unos veinte casos aplicados a depresión con resultados positivos. Y yo iba a ser el primero en Argentina”. Él agrega que se entregó, que confió, que lo salvó su predisposición a salir de su estado depresivo. “La decisión fue brava, pero me sentí cobijado. Siempre aposté y el cambio fue asombroso”.
La operación se realizó el 1 de noviembre de 2007. Así la explica el Dr. Guinjoan: “La técnica en sí consiste en la implantación de dos electrodos (uno en cada hemisferio cerebral) mediante cirugía estereotáxica, guiada con la ayuda de una imagen de resonancia magnética. Una vez en su lugar, cada electrodo tiene cuatro puntos de estimulación, cuya eficacia se aprueba inicialmente dentro del quirófano y luego a lo largo de varias semanas después de la operación. El aparato provee una estimulación de frecuencia variable pero luego en forma continua. Los electrodos que salen del cráneo se “tunelizan” debajo de la piel hasta el estimulador y las baterías se alojan en un pequeño “bolsillo” de la piel que los cirujanos preparan debajo de una clavícula, de modo similar al que se ve en los marcapasos cardíacos más conocidos. La batería tiene varios años de vida y puede reemplazarse después, sin necesidad de reoperar el cerebro”. El paciente sintió mejoras de forma inmediata. “Apenas me conectaron los electrodos se apoderó de mí una paz que no tenía, y al día de hoy, los resultados son muy buenos”.