Tras un accidente cerebrovascular o después de un golpe fuerte en la cabeza pueden presentarse trastornos en las funciones cognitivas. Por ejemplo, puede haber problemas para hablar, para orientarse en el espacio o para recordar sucesos recientes. También las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la esclerosis múltiple, las infecciones virales (como la encefalitis), los tumores cerebrales y hasta el alcoholismo pueden desembocar en problemas de atención, trastornos en el procesamiento de la información, déficits visuales, problemas para tomar decisiones y fallas del lenguaje. Según las áreas afectadas y las causas del trastorno, los especialistas diseñan en cada caso un plan de recuperación a largo plazo. El objetivo de la rehabilitación cognitiva es capacitar a las personas con injuria cerebral y a sus familiares para que convivan, manejen, eviten o disminuyan los déficits cognitivos resultantes de una lesión, o que puedan asumirlos. Algunos pacientes no se dan cuenta de que procesan más lentamente los datos y les cuesta aprender cosas nuevas. Otros empiezan a tener problemas para evocar palabras. Los cambios conductuales y de personalidad no son tampoco infrecuentes: puede aparecer impulsividad, apatía, oscilaciones del humor que se suman a los trastornos cognitivos para dificultar la reinserción exitosa en la sociedad. Para comenzar con la recuperación es fundamental realizar un diagnóstico adecuado. Además de las imágenes y la evaluación médica, los tests psicológicos son una ayuda fundamental para comprender qué le ocurre a una persona con problemas cognitivos y establecer estrategias adecuadas para compensarlos.
