Los accidentes cerebrovasculares (conocidos como ataque cerebral, ACV o stroke) son el resultado de una alteración de la circulación sanguínea en el cerebro. Afectan más a hombres que a mujeres y se dan con más frecuencia después de los 60 años. Básicamente, se distinguen dos tipos de ataque cerebral, de acuerdo con el mecanismo que lo genera: los isquémicos y los hemorrágicos. Los ataques isquémicos se producen cuando hay alguna interrupción en la irrigación de sangre, lo que impide la llegada de oxígeno y nutrientes a las neuronas. Esto puede pasar como consecuencia de una embolia (un coágulo producido en otra parte del cuerpo, generalmente el corazón, que llega al cerebro y queda atrapado en una arteria cerebral) o de una trombosis (un coágulo que crece adherido a una arteria cerebral y la obstruye, impidiendo el flujo sanguíneo). El depósito de placas de colesterol (arterioesclerosis) puede también disminuir la luz de las arterias cerebrales, y provocar una isquemia cerebral. Algunas son transitorias, los síntomas desaparecen al cabo de una hora sin dejar déficits. Pero muchas otras isquemias dejan secuelas neurológicas que exigen rehabilitación cognitiva, del lenguaje y kinesiológica. Como ocurre también con el corazón, la isquemia cerebral provoca un infarto que mata algunas neuronas de un área del cerebro y pone al borde del colapso a otras. Durante el período de penumbra o “ventana”, es posible intervenir con fármacos anticoagulantes y compuestos neuroprotectores para revertir la situación o limitar lo más posible el daño cerebral. Si bien el 80 % de los ataques cerebrales son isquémicos, en el 20 % de los casos hay una ruptura de una arteria que produce un derrame de sangre en los alrededores. La hemorragia suele ser producto de un aneurisma, un lugar delgado en la pared de una arteria que se hincha como un globo por la elevada presión arterial. En un momento determinado, el aneurisma se rompe y provoca el sangrado, que no sólo perturba la llegada de oxígeno a las neuronas sino que también altera el equilibrio químico que necesitan para funcionar. Las malformaciones congénitas de los vasos sanguíneos cerebrales y las placas de colesterol depositadas en las arterias también pueden romperse y causar un ataque.

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