La familia Galeano Filiput tuvo a los gemelos Augusto Juan Manuel y Alejandro el 7 de julio de 1994. Desde la panza ya se había detectado que Augusto tenía hidrocefalia. Y al nacer, una lesión de su columna vertebral llamada mielomeningocele. Fueron los primeros de una larga serie de problemas de salud. Al pequeño le fueron practicando numerosas cirugías. A los tres años le encontraron los primeros síntomas de deformidad espinal, escoliosis, “la columna en forma de signos pesos”, como resume la madre, Silvia Filiput, de modo didáctico. Sin la contención adecuada, estos pacientes pueden desarrollar deformidades extremas con severas implicancias. Augusto llegó a dar pasos con andador, pero nunca caminó. La familia se atendía en un sanatorio. “Siempre nos decían: ‘consulten a FLENI’, pero vivíamos en Misiones y sobre todo yo- dice la mamá- no quería hacer interconsultas”. Agrega el papá, Alejandro Galeano: “Cuando pasábamos por Escobar, mirábamos el centro de FLENI como quien mira un Mercedes Benz”. En septiembre de 2007 se decidieron a hacerlo. Vieron entonces al doctor Juan Carlos Couto, quien, junto con el equipo de Neuroortopedia, orienta su práctica en casos de esta complejidad. “Nos la deformidad de la columna era una prioridad en el tratamiento por presentar una cifoescoliosis, deformidad habitual en estos cuadros”. Luego de una preparación médica, Augusto estuvo listo para la operación. La intervención quirúrgica se realizó el 15 de septiembre de 2009. En la intervención se le efectuó una fijación de la columna con instrumental en la posición funcional adecuada para su posición de sentado en silla de ruedas. En el plano óseo de la columna vertebral se colocaron ganchos y tornillos y con aporte de hueso propio se formó una unión ósea. El objetivo de la cirugía fue corregir la deformidad espinal y detener su progresión, facilitando así su sedestación y el uso de los miembros superiores. Al evitar la deformidad del tórax se evita con el tiempo el sufrimiento cardiopulmonar. Augusto se recuperó rápidamente. “Baila en su silla, sale con sus amigos, estudia”. El papá, Alejandro Galeano, no puede ocultar al decirlo una inmensa sonrisa de satisfacción.