Sucedió en el año 2004. Miguel Alanes sentía cansancio, cada vez más cansancio, al punto que las fiestas de ese fin de año las pasó casi en cama. Atribuía ese estado a su trabajo en la construcción. Pensaba que se trataba de un agotamiento físico. Pero era su corazón. “Como hombre duro que soy no quería pisar el hospital –recuerda–. Pensaba que se iba a pasar, hasta que convencido por mi señora fui a un médico clínico, quien me derivó a un cardiólogo. Ahí me detectaron una cardiopatía inmediatamente”. Fue internado en un hospital de la ciudad donde vive, Adrogué. Ya corría 2005. “Como la tecnología de los hospitales no era suficiente, me derivaron a La Plata. Y en 2006, ya tomaba medicación, me descompuse. Llegó un momento en que no daba más, vivía casi encerrado, bajaba de peso. Fue una etapa dura. Sabía que estaba la posibilidad lejana de hacer un trasplante”. A FLENI llegó el 16 de noviembre de 2006. Desde aquel día hasta que recibió el alta, el 1 de marzo de 2007, fue parte, en sus palabras, de la familia FLENI. “Eso me dijeron al principio: ‘mirá que vas a formar una pequeña familia’ –recuerda–. Nunca me imaginé caer en un lugar así; pensaba que iba a estar con compañeros de habitación, pero estaba solo. Lo mío era una cardiopatía severa, me tenían aislado. Era una enfermedad rara, que le toca a uno en un millón, y que se despierta entre la tercera y la cuarta década de vida. Sabía que no tenía salida y que tenía que jugarme el todo por el todo”.La operación se realizó el 15 de febrero de 2007, de manera exitosa. Tenía 39 años. “Cuando ingresé, no sabía que iba a quedar tanto tiempo internado y esas palabras de aliento se quedaron cortas: formé una gran familia, estuve tanto tiempo que aprendí a valorar muchas cosas, como a valorar la vida. Veo la vida desde otra vereda y se ve mucho mejor. De este golpe se aprende mucho”. Alanes suele volver a FLENI y no solo para el control de rutina. “Cuando me llama el doctor Santiago Miriuka, ahí voy –cuenta–. Me gusta charlar, aconsejar a los pacientes. Sé que es un momento muy duro para atravesar”. Elías Jozami, en la foto con Alanes, da testimonio del importante aliento que él y su familia recibieron de parte de un hombre que así siente que devuelve parte de lo que recibió. Jozami fue trasplantado el 17 de junio de 2009, luego de estar una semana en la lista de emergencia. “Para mí fue muy importante –sostiene Jozami–; vino cuando se lo necesitó y sentí su apoyo. Me ayudó a superar los temores y me dio ánimo para seguir con la recuperación”.