José Gemma siente un enorme cariño por FLENI. “Un cariño tan especial, porque me salvaron y por el trato. Nunca fui un número, ni para el camillero Miguel ni para el doctor Leiguarda. Era un lugar muy familiar que tuvo un crecimiento increíble”. Gemma llegó al edificio de Montañeses en junio de 1996. El día 2 su vida cambió. Esa noche el control remoto del televisor se deslizó de su mano. Cristina Peralta, su mujer, fonoaudióloga, se iluminó y llamó a una ambulancia con atención neurológica. “¿Adónde vamos?”, le dijeron. “Al mejor lugar, a FLENI”, dijo ella. Le había tomado la presión y Gemma tenía 16/20. Él no sabía que era hipertenso, a lo que le sumaba una alta dosis de cigarrillos diaria. A las dos horas Gemma ya estaba diagnosticado, con su tomografría hecha. Había sufrido un accidente cerebrovascular hemorrágico. El paciente quedó internado y a la mañana siguiente fue intervenido. “Me hicieron la evacuación del coágulo, que tenía cuatro centímetros de diámetro". El suyo era un caso muy grave. “Había un 90 por ciento de posibilidades de que no salvara la vida, por eso verlo así es para ponerse feliz", comenta Peralta. El doctor Ameriso siempre le dijo: ‘Vos seguí luchando porque no tenés techo, no sabés hasta dónde vas a llegar”. Y los resultados fueron excelentes. Su rehabilitación fue larga. “Todavía sigue”, cuenta José Gemma. Hoy trabaja, camina sin bastón, hasta maneja su auto, con caja automática. “Fue muy duro, muy bravo. Lo más duro es la rehabilitación, pero acá estoy”.