“En 2007 sentía dolores en el trigémino. No sabía lo que era, iba a los dentistas. Como me habían hecho un conducto en el lado derecho, me terminaron sacando una muela sana. Volví porque los dolores no se iban y entonces me recomendaron que viera a un neurólogo. Me dijeron: ‘Lo vamos a tomar como una neuralgia esencial’. Me indicaron una resonancia de cerebro con contraste para descartar que un tumor no estuviera haciendo presión. Pero no la hice. Los dolores se fueron, pero medio año después, volvieron”. Así comienza Camila Berger a contar su caso. Cuando volvieron, los dolores ya eran insoportables. “Yo trabajaba en una inmobiliaria y a veces no podía hablar por teléfono por el dolor. Se me caían las lágrimas”. El 13 de agosto de 2008 se enteró de lo que tenía: “Un tumor muy grande, de 48 milímetros por 40 milímetros”. El médico de familia recomendó una consulta con el doctor Condomí Alcorta. Berger estaba consultando por una lesión tumoral compatible con meningioma petroclival derecho. La región petroclival involucra la unión de los huesos petroso y clivus y estaba considerada históricamente como una zona inoperable dadas las dificultades para su abordaje y la gran morbilidad que dicha cirugía implicaba. En los últimos años, las mejoras en los métodos de diagnóstico por imágenes y los avances en los abordajes quirúrgicos de la base de cráneo permitieron la resección quirúrgica de tales lesiones. En otras palabras, se podía operar. “El doctor Condomí Alcorta me explicó que era una operación complicada, que podía tener secuelas. No quise indagar mucho en las secuelas, no quise escuchar mucho. En octubre decidí que mi iba a operar”. La intervención se realizó en noviembre. “Condomí fue espectacular, muy directo. Estaba tan positiva, tan tranquila, que hasta entré con alegría a la cirugía. Para mí esa predisposición es el 50% del trabajo, de la batalla”. Explica el doctor Santiago Condomí Alcorta: “Se realizó una cirugía de más de diez horas de duración, posible de efectuar por trabajar con un verdadero equipo neuroquirúrgico. Presentaba un gran componente supra e infratentorial y severa compresión del tronco encefálico, que se abordó por una vía suboccipital retro y presigmoidea y una pequeña craneotomía temporal derecha, con monitoreo neurofisiológico de los pares craneanos. Al remanente tumoral sobre el seno cavernoso e implante dural de la fosa posterior se le practicó Gamma Knife para evitar la recidiva y para tener un pronóstico muy favorable”. Los dolores se le fueron, pero los primeros tiempos luego de la cirugía fueron difíciles. “Salí de la operación con un ojo cerrado, la cara fuera de simetría, con parálisis temporal. El ojo derecho no se abría y, cuando se abrió, miraba para el costado. Tuve que tener mucha, mucha paciencia. Estaba tan confiada que nunca se me ocurrió que podía quedar con hemiplejia o parálisis permanente”. El segundo paso fue el Gamma Knife. “Para que no avanzara lo que quedó y terminar con los dolores. Me fijaron un marco en el cráneo, como una morsa. Estaba apenas sedada y entré ocho veces al tubo para recibir radiación. Me la hicieron los doctores Tenca y Antico, divinos los dos”. Está contenta con el resultado.